


EXCLUSIVO / desde Rivera Eduardo Mérica.
Si aquella primera pelea, la de 28 de setiembre de 1913, hoy la recordamos como la jornada inaugural, esta vez deberá ser evocada como La Fiesta Inolvidable del boxeo nacional, después de casi un siglo de espera por parte del deporte de Rivera.
De inmediato la gran noticia se esparció por toda la ciudad, llegarían boxeadores profesionales y amateurs para despertar la práctica del box en una de las fronteras más alejadas de la Capital.
La Escuela Rivera Box previó todo con mucho tiempo de antelación, la comuna riverense apoyó económicamente para que se montara un escenario estructural como manda y exige el profesionalismo de los puños.
Esta fiesta de box tendría un espacio preferencial en la llamada e histórica Semana de Rivera - y qué mejor que difundirlo popularmente en una esquina céntrica al aire libre y para todo público...
Pero el tiempo mandó más y lo que algunos ilusos pensamos de antemano que el negocio estaba asegurado en un previsible arranque de popularidad, no pudo ser, ya que comenzó a llover sin parar y se debió buscar en la misma marcha de la anunciada y preparada fiesta boxística un lugar alternativo y por ello, se decidió por un lugar bajo techo.
Esta vez (el viernes 11 de diciembre) fue en el gimnasio municipal del barrio Saavedra (lugar de la escuela) donde cerca de 150 personas presentes. No vamos a exagerar diciendo que hubo más o menos gente, después del escandaloso diluvio de todo el día, pero no hubiera sido algo similar en espectadores, de poder haberlo brindado en el lugar indicado anteriormente.

Porque la fiesta fue genuina y vivida intensamente por curiosos y extraños, desde el principio hasta el final del mismo. Nadie desentonó, al contrario, todos los pupilos se jugaron a fondo con suS armas más peligrosas, sus puños.
Por ello, si aquél primer encuentro de demostración del año 13 en Rivera fue novedoso, el de ayer resultó ser uno de los momentos más inesperados del actual siglo XXI.
